Los jacintos son plantas bulbosas de la familia de las liliáceas y son originarias de Asia Menor y de los Balcanes. Destacan por sus bellas flores, compactadas en un precioso racimo, y por la agradable fragancia que éstas desprenden.

Los jacintos pueden ser cultivados tanto en exterior como en interior, aunque de forma natural son plantas de exterior cuyos bulbos se plantan en otoño y florecen en primavera, ya que son plantas que necesitan pasar por un proceso de vernalización, es decir, necesitan estar sometidas a algunas semanas de frío para poder florecer.

Los jacintos también pueden cultivarse en el interior colocando la base del bulbo sobre un recipiente con agua donde comenzarán a crecer raíces y posteriormente hojas y en el centro el racimo de flores.

Si colocamos los bulbos de jacinto en el interior, es recomendable colocarlos en un lugar fresco y moderadamente luminoso, ya que la cantidad de luz a la que se expone marca la velocidad a la que florecen y se marchitan las flores. Así que si queremos prolongar la vida de las flores, debemos procurar no colocarlo en un lugar excesivamente luminoso con el fin de retrasar su floración y poder disfrutar de la planta durante más tiempo.

Al ser una planta con flor, el jacinto necesita gran cantidad de nutrientes, para lo que se recomienda usar compost o humus de lombriz. Una vez que los bulbos florezcan, sería recomendable aportarle algún tipo de fertilizante rico en potasio.
Los jacintos necesitan desarrollarse bajo un alto grado de humedad, pero sin encharcamientos. Esto significa que debemos procurar un buen drenaje para evitar que los bulbos se pudran.
Los jacintos no son fáciles de naturalizar pero podemos tratar de conservarlos de un año a otro trasplantándolo después de la floración a un recipiente amplio y asegurándole abundantes nutrientes.

