Para cultivar jengibre necesitaremos unas raíces que puedes adquirir fácilmente en el supermercado.
A continuación, lávalas y sumérgelas en agua durante 24 horas para que se hidraten. Luego envuélvelas en un paño húmedo y vuelve a humedecer las raíces y el paño cuando notes que empiezan a secarse. Es importante mantener la humedad para que los brotes comiencen a germinar. Esto sucederá a lo largo de los días, ve comprobando cada vez que humedeces el paño la evolución y cuando veas que ya tienes suficientes brotes, prepárate para trasplantarlo a una maceta.
Recuerda que el jengibre se siembra horizontalmente, es decir, las raíces de jengibre se expanden superficialmente con lo cual es importante que la maceta sea amplia más que profunda, aunque deberá tener un mínimo de 10-20 cm de profundidad.
Procura que el sustrato favorezca el drenaje para evitar que se encharque y que las raíces se pudran. Para ello, añade perlita y vermiculita a tu mezcla de sustrato universal y humus de lombriz.
Si tenemos más de un brote en la misma raíz podemos partirlos para sembrarlos por separado, a una distancia de entre 8-10 cm. Colócalos horizontalmente, sin enterrarlos por completo, dejando los brotes al descubierto.
Podrás cosecharlos a partir del 4º mes, pero idealmente al 10º mes, cuando sus hojas más verdes comiencen a secarse.
El riego del jengibre debe ser constante pero moderado, procura regar alrededor de los brotes y nunca sobre ellos para evitar que se pudran. Se recomienda aplicar abono orgánico una vez al mes.
Recuerda que al jengibre no le gusta ni la luz directa del sol ni el frío excesivo, por eso es ideal para cultivar dentro de casa. La temperatura ideal debería rondar los 20 ºC.

